Durante mi vida, Chile ha clasificado a un mundial sólo 3 veces, en promedio cada 9 años y 5 meses y 4 días aprox. El día de hoy se suma al domingo 16/Nov/97, cuando con 12 años grité los 3 goles de Chile ante Bolivia, y al 10/Oct/2009 cuando viví a concho el 4-2 a Colombia a más de 10K kilómetros de mi país.
Los que jugaron hoy son una manga de flaites (y otros no tanto) a quienes ni conozco ni conoceré. Pero, querámoslo o no, ellos hoy representaron algo que la verdad no entiendo, pero que existe y es muy real, que es el vínculo que uno tiene con la tierra y sociedad donde creció y donde adquirió costumbres, valores, e identidad.
Me tocó nacer en Chile, y por esta razón estos flaites (y otros no tanto) hoy me representaban a mí y a muchos de ustedes. A esos flaites (y los no tanto), así como a sus técnicos durante estos 16 partidos–el Bichi Borghi y Sampaoli–, lo hayan hecho bien o mal, les agradezco habernos metido en un noveno mundial y por darnos una felicidad tonta, superficial, y poco trascendente según algunos; pero profunda, evidente, y unificadora según muchos más.
Me fui en la media volá. El que no es futbolero debe pensar que estoy delirando, y está en todo su derecho al pensar eso. Pero filo. Porque insisto: no puedo reaccionar diferente ante algo que nos cuesta tanto en este país tan futbolero pero tan limitado de “clase media baja” en el mundo del fútbol a lo largo de la historia.
Qué lindo sentir los bocinazos. Me da lo mismo que mi hijo no se pueda dormir por el ruido. Lo de hoy, sin importar el cómo ni el cuando ni nada, es una fiesta.
VIVA CHILE!